Capítulo anterior: ¡Sorpresa!
Le cuelgas a Lucía. El día no podía empeorar más por momentos, o eso crees. Piensas rápido, actúas rápido. Ya no puedes tirar el cuerpo al río como tenías pensado hacer, no te da tiempo, y por la noche no podrás hacerlo si tu chica está contigo a menos que... se lo cuentes... NO, de ninguna manera, no puedes involucrarla. Lo mejor será dejar el cuerpo el piso hasta el día siguiente. Tampoco, el olor no podrías disimularlo así que... Compras algunos materiales de jardinería, entre ellos, pala, estiércol, sosa caustica... Sólo te falta una caja. Lo harás pasar por un paquete de correos gigante hasta que puedas enterrarlo en el infierno.
Vas a una empresa de mensajería privada, ahí es más probable encontrar cajas de gran tamaño.
-Disculpe, ¿Tendría una caja grande? Es para transportar...
-¿Eres otro de los del museo? ¿Os habéis olvidado una caja?
-Eh... sí, soy del museo. Es que necesitamos una más.
-Según esto se os han enviado todas, si te doy otra deberéis pagarla como extra.
-Cla-Claro, apúntelo a la factura del museo, no se preocupe.
-¿Eres otro de los del museo? ¿Os habéis olvidado una caja?
-Eh... sí, soy del museo. Es que necesitamos una más.
-Según esto se os han enviado todas, si te doy otra deberéis pagarla como extra.
-Cla-Claro, apúntelo a la factura del museo, no se preocupe.
Te dan lo que parece un ataúd... o un sarcófago... de una mezcla entra cartón y madera. Es perfecto, pero viene desmontado y parece muy pesado. En tu casa montas la caja y metes al fiambre dentro. Hiede a perros muertos o peor. Pero no puedes llevarlo por ti mismo, blandengue. Te queda poco más de una hora...
No te quedan opciones: "Ding-Dong"
-¡Eh vecino! Soy Patrick, tu vecino de arriba (no se lo vas a pedir a la de enfrente que es la viuda del muerto que tienes en tu casa) Verás, tengo un paquete de cosas de campo para mi madre pero no puedo llevarlo solo, ¿me ayudas?
-Claro hombre, espera que llamo al Calvo para que nos deje usar el monta cargas.
-Bueno, no hace falta, entre tú y yo...
-Claro hombre, espera que llamo al Calvo para que nos deje usar el monta cargas.
-Bueno, no hace falta, entre tú y yo...
Se va. Hijo de Puta... Viene el Calvo. Usáis el montacargas. Disimulas lo que puedes... y te sale bien. Al parecer el Calvo también tuvo que mandar algo parecido de carnaza para la carnicería y confirma el mal olor, lo que hace disipar cualquier sospecha. Pero ni entre los tres sois capaces de subirlo al coche. Por suerte un buen samaritano que iba por la calle os ayuda a meterlo. Huyes... huyes a un bosque cercano en coche, ya sólo lo arrastras y cubres la caja con tierra y hojas para camuflarla, te queda el tiempo justo para recoger a tu chica... Ya parece todo tranquilo... Mañana con más calma lo enterrarás y todo esto habrá pasado.
Mientras te montas en el coche, te vienen a la mente unas imágenes: Eres tú, con tu vecino muerto. Estáis comiendo en un bar-restaurante. Parecen ser los momentos previos al terrible desenlace. Tu no recuerdas nada de eso, ya te encontraste al muerto en la bañera. Tus últimos recuerdos fue que lo tiraste al río tras un arrebato de... ¿locura?. Pero después estaba en la bañera. ¿Qué tiraste? o... ¿Quién?. Vuelven los recuerdos: De repente, tu vecino es una chica, parece otro recuerdo distinto, pero es el mismo lugar, las mismas posturas. Una chica estrombótica, mal vestida, que lleva babuchas de conejito. Te susurra:
-¿Crees en la magia?
Todo te parece muy extraño. Estás descolocado, desorientado. Respiras un poco y vas al aeropuerto. Una extraña sensación te invade, pero tienes cosas más importantes en las que pensar. El muerto, tu chica, los policías... Vas y recoges a Lucía, te parece más guapa que de costumbre, será que llevas semanas sin verla. Te dice que ha venido antes porque ha conseguido trabajo aquí, en Glasgow, que es la corresponsal, que no tenéis que volver a los Estados Unidos. Decides no llevarla al piso directamente, cenar en un buen restaurante; marisco, champán, un día es un día. Pero sin saber muy bien la razón paras enfrente del bar-restaurante del recuerdo que tuviste antes. Cuando lo ves, un poco extrañado te preguntas cómo has acabado aquí. Te haces el loco y le dices a Lucía que ya has estado antes y que se come muy bien, aunque tú no recuerdas haber estado jamás excepto por el flash de antes.
Cuando entras, una camarera de atributos sexuales muy marcados se te acerca con confianza.
-Eh! Patrick! ¿Cómo estás? ¿Hoy no vienes con tu amigo?
Parece que te conoce desde hace años y tú es la primera vez que la ves. Paralizado, como si te acabaran sacar de estar criogenizado miras al infinito. Tu respiración se acelera, exagerando el movimiento de pecho, y tu expiración se entre-corta durante unos segundos. Muchas preguntas empiezan a disiparse de la cabeza, quedando sólo una. Probablemente la pregunta que más temes hacerte.
Capítulo siguiente: Estás soñando
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Oh, dios... ¡necesito saber cómo termina esto! Ñaaaaa, me encanta *.*
ResponderEliminar¡Pues sólo queda un capítulo más! Con suerte lo escribiré esta noche.
ResponderEliminarAunque si veo que se me alarga mucho lo cortaré en dos, que no creo, el desenlace está cerca.