martes, 26 de julio de 2011

Naturalezas

Las personas nacemos que una serie de talentos innatos. Aunque después en los estudios unas cosas se nos den mejor o tengamos diferentes profesiones, nuestros talentos naturales siempre están ahí, revoloteando alrededor, fluyendo por nosotros. Moldean discretamente nuestra personalidad y suelen dirigir nuestros actos. Conforman la base de nuestras mejores virtudes y peores defectos. Dichos talentos conforman en gran parte nuestras habilidades, que sin necesidad de haber potenciado están muy desarrolladas comparados con los demás.

Por eso los filósofos no podemos competir frente a los poetas en lo que a conquistas del corazón se refiere. Nuestros dominios son la mente, los de ellos el corazón, aunque ambos toquemos el alma. Yo también hago poesía, pero como hobbie, como pasatiempo. Me ayuda cuando la necesito, que con mi naturalidad de filósofo me pone en buena situación. Soy capaz de llegar al corazón a través de la mente y el alma. Pero jamás podría hacerle frente a un poeta, cuyas palabras evocan belleza, armonía. Cuyo vocabulario y sus frases están pensadas para captar la fragancia de los sentimientos y acariciar la esencia del corazón sin necesidad de tramites; directo, suave, enloquecedor.

Yo uso la poesía, la traducción al lenguaje de los sentamientos, como recurso. Ellos pueden usarla como idioma propio, como lengua materna, que potenciado con el amor, hace del poeta un adversario invencible en la conquista del corazón. Nada se puede hacer cuando incluso las palabras del contrario conmueven a uno mismo. Un poeta con las palabras por armas y el amor como blasón e inspiración es un conquistador de corazones por excelencia, es su naturaleza, su talento. Sólo un corazón indomable, que ya haya encontrado otro amor podría resistir esos versos.

Suerte, que yo nunca he tenido que librar esa batalla.

1 comentario:

  1. Muy padre!!
    Yo amo escribir, pero el que escribe de verdad es mi corazon....♥

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