sábado, 8 de diciembre de 2012

Crisis de identidad.

Es muy duro conocerse a uno mismo. Napoleón Bonaparte, dijo (y creo que lo he mencionado antes) que la batalla más dura que tenemos que luchar es contra uno mismo. Y es que verdaderamente es muy dura.

Yo ya me he vuelto un verdadero profesional en eso, y aunque no estoy muy seguro de llegarme a conocerme al completo algún día, sé que estoy muy cerca. Cada vez tardo menos en recuperarme de mis propias acometidas, y los demás ya apenas generan efecto sobre mí. Sé quien soy. No completamente, pero como poco los cimientos ya los conseguí hace mucho tiempo, cuando tardé algunos años en construirlos, y ahora creo que haber finalmente acabado el armazón.


Creí que esta vez iba cuesta abajo sin frenos. De cuando crees que el mundo se va al garete. Origen, lo llamaba Di Caprio. Creas una idea y a partir de ella creas un universo entero. Hace unos meses lo tenía todo, y me tome la libertad, el lujo, de dejar a mi pareja para darme espacio a mí  mismo. Por alguna extraña razón tenía el sentimiento de que al hacerlo iniciaría una reacción en cadena y me irían pasando cosas malas a raíz de esa decisión. Tenía tanto miedo de que eso ocurriese que me lo creí. Soy una persona de fuertes convicciones. Ahora veo que todo sigue igual y que realmente no ha pasado nada malo. He creado a mis propias pesadillas y las he vencido. Soy increíblemente paranoico. Pero, como dije, ya soy un profesional en combatirme a mi mismo.

Es una de las ventajas de conocerse a uno mismo. Puedes encaminarte en la dirección que te propongas. Hacer lo que realmente quieres hacer. Ser quien quieres ser.

2 comentarios:

  1. Si no eres quien quieres, quien se supones que eres sino otro que no eres tu?

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  2. Eso mismo le pregunto yo a las personas que no tienen autoestima o no se valoran. O a aquellas que en su interior quieren alcanzar algún tipo de prototipo de personalidad. ¿Quienes sois entonces? Porque no sois vosotros mismos.

    Pero nadie nace conociéndose. Necesitamos saber donde están nuestros límites para poder superarlos. Saber donde empezamos y donde acabamos. Estar orgullosos de nosotros mismos y amarnos. Porque somos nosotros mismos la única compañía y confianza que jamás nos fallará.

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