viernes, 1 de marzo de 2013

El fabuloso destino de Javier Cadenas -V-

Tres añazos ya con el blog. Creo que en este último no he hecho ninguna entrada buena como las de antes pero esta dará la talla. No haré una regresión y avance hasta el momento, sino que reflexionaré sobre como la curva de mi vida ha ido subiendo pese a los obstáculos.

Este blog ha sido testigo de muchísimos aspectos de mi vida en estos años en los cuales he finalizado la adolescencia y he pasado a ser "joven" simplemente. Al borde ya de convertirme en adulto y hacerme cargo de los deberes correspondientes a la edad, esas responsabilidades de las que huyo con ímpetu pero que al final me cogerán. Es sólo cuestión de tiempo.

Y es ahora cuando lo entiendo. Sólo es cuestión de tiempo. Mientras más atrás hacemos la retrospectiva más sufría y más difícil lo tenía, con más o menos picos de altibajos, la situación era peor. Pero ahora que yo mismo he leído algunas entradas antiguas, veo como en todas gritaba al universo como, por muchos obstáculos que me pusiese, iba a permanecer inexpugnable, que no habría fuerza humana o divina capaz de apagar las llamas de mis pupilas, tentando siempre el horizonte. Siempre hacia delante. Creo que eso ha sido lo que me salvó de las garras de la desesperación, mi perserverancia, mi desconocimiento de la palabra "rendirse", mi afán por levantarme una y otra vez por muy solo o desgraciado que estuviese. Nunca, jamás, arrodillarme ante la vida.



Ha sido ahora, cuando el tiempo ha pasado, cuando recojo los frutos de mi esfuerzo. He dejado de sufrir. Desde hace ya algunos meses el universo me sonríe  ¿Le vencí? ¿Le convencí? Han sido años muy duros, y ahora sin embargo vivo en la más absoluta de las utopías. Cada día es como una nueva aventura, ya no tengo miedo, no tengo enemigos potenciales (no me refiero a alguien o algo en particular). Es como esos cachorros de león  que durante sus primeros años son frágiles, pero que si se les deja crecer se convierten en "los reyes de la selva". De hecho, he llegado a tal punto que en ocasiones me embriaga un sentimiento de inmortalidad y omnipotencia, como si pudiese conseguir todo lo que quiero y nada fuese capaz de acabar conmigo... supongo que un defecto adquirido como daño colateral al hecho de haber vencido en todas mis batallas. En haber superado todos mis obstáculos y en seguir haciéndolo, de forma imparable. Pensándolo fríamente hasta yo me río de mis propias palabras, pero no puedo evitar sentir eso en el fondo de mi alma...

Años antes del blog, cuando entonces empecé un camino de destrucción y autodestrucción, murió el que fuese y nació el que soy, el que no tiene tiempo para rendirse. En aquella época, todo era negro, pero fue cuando vi la luz al final del pozo. Me prometí dedicar dos años al entrenamiento de mi mente y después dos años al entrenamiento de mi cuerpo. Desde entonces escalé hacía arriba. Ahora que he salido sigo subiendo, buscando mis límites. El caso es que no salió como predije... dos años después conocí al que para mí se convertiría en mi mentor y maestro, que me enseñó que además de la mente está nuestro espíritu. Y seguí perfeccionando mente y espíritu otros dos años más... Este año, por primera vez en casi cinco años, voy a empezar a dedicarle tiempo a cuerpo. Y no porque crea que mi mente y mi espíritu no necesitan más tiempo... al contrario.

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