Hoy, en la clase de filosofía, mi profesor Pablo ha dado otra de sus entramadas clases. La de hoy trataba de ir enganchándonos conceptos, sobre todo el de "Realidad". Lo más interesante de todo, es que la clase, el discurso, comenzó hablando de un matamoscas. Ese pequeño gesto ya me hace replantearme que se puede hacer filosofía de todo, y lo que es más, que se puede argumentar cualquier cosa de cualquier manera en cualquier cantidad.
Así que, tras pasar del matamoscas, a criticar las religiones occidentales (Judeo-cristiana-musulmana), criticar a Dios (por Dios, que no falte), criticar sobre todo al principio "verdad-mentira" establecido por la cultura occidental y volver a criticar a Dios llegamos a la conclusión de que, no podremos conocer realmente los límites de la realidad (si es que tiene) y por lo tanto, nosotros hacemos nuestra realidad.
Pero lo importante es que todo en su conjunto es una oposición de contrarios. Una "Armonía de Contrarios" que con tanto ímpetu se ha negado en la cultura occidental. Es decir, que del "Ser o no ser" de Hamlet pasamos al "Ser y no ser" (a la vez) de Pablo. Una cosa no puede vivir sin su contrario (y a la inversa). El "Todo" no lo es todo sin la "Nada" por lo tanto, la nada es todo también. Lo que me recuerda a una reflexión que hice una vez con un amigo sobre la perfección. Deciamos que la perfección no existe porque si (algo) no tiene defectos, no puede ser perfecto, porque le faltan defectos.
Finalmente, alcanzamos la conclusión de que debemos ser humildes con nosotros mismos. Admitamos nuestros límites. Si no, nunca podremos superarlos (si es que eso es posible).
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