Yo siempre he sido una persona solitaria. Acostumbro a estar solo. Tengo a mi familia y a mis amigos, sí, que son los mejores. Pero siempre tendré un vacío, una soledad que sólo el amor puede llenar. Un amor que nunca llega. No es algo que se pueda elegir, no es algo que se pueda forzar. Es algo que cuando llega multiplica exponencialmente cualquier sensación, cualquier sentimiento. Todo queda tan frió después de su ida... Algunos creen que amar es sufrir, otros que es felicidad. La verdad es que es ambas cosas.
Esta historia comienza donde suelen comenzar este tipo de historias, cuando la conocí, allá por el verano de 2011. Yo tuve mi primer amor hacía muchos años, y creía que ya no podría volver a repetirlo, que la vida no me presentaría una segunda oportunidad. Sin embargo esa chica despertó algo. No le hice caso. En mi búsqueda para llenar ese vacío había cometido muchos errores por "caprichos" y me había equivocado demasiadas veces, estaba escéptico con mis sentimientos y no quería herir a más gente. Aun así, congeniamos como con pocas personas he congeniado. Durante meses disfrutábamos el uno con el otro, incluso llegué a querer decirle que podíamos intentarlo, y por aquellos tiempos estoy seguro de que ella también quería. No otra vez.
Pero seguí cometiendo errores...
Ahora me encuentro en ese momento crucial, escribiendo la historia todavía, con final abierto totalmente. Sin embargo, ahora sé que ya no está sola, que he llegado tarde, que algún loco le ha puesto el ojo también. Los nervios, la impotencia me juegan malas pasadas... no sé que hacer. Se me pasan por la cabeza todas las peores cosas que pueden pasar y eso me bloquea, me paraliza. Pero la vida tendrá que ponérmelo mucho más difícil si cree que con eso podrá hacerme retroceder. Las oportunidades no llegan, se aprovechan, y yo no pienso dejar escapar esta.