Deberia inaugurar mi blog con algún tema de presentación o alguna entrada que os mande un saludo a todos mis leyentes (que ignoro que existan) pero supongo que no es mi estilo. Prefiero empezar reflexionando sobre el tema actual que me aflige.
Hoy, he sabido la noticia de que unas conocidas mias, amigas inseparables, se han separado hasta el punto de no hablarse. Yo hace unas semanas pensaba que eso no me pasaría ni a mí, ni a mis amigos pues la fuerza que nos unía era inquebrantable, sin enembargo, parece ser que ni siquiera nosotros fuimos inmunes ante la dichosa vida, que en constante evolución, nos obliga a tomar decisiones que quizas no nos gusten, aunque seamos conscientes de que es lo correcto. Además, tras tomar dichas decisiones es posible que salgan a la luz diversas cosas que te hagan entender totalmente que tomaste la decisión correcta. La verdad es un disfraz de la realidad, que no deja de ser tan real como la realidad misma, pero a diferencia de ésta la verdad puede esconder algo tras de sí o incluso mimetizar al más puro estilo del camaleón.
Hace unos días, abandoné la que hasta el momento fue mi segunda familia. Amigos con los que viví las experiencias más revitalizantes de mi vida y que por desdichas me ví obligado a dejarlos de un lado. No hasta el punto de romper todo contacto con ellos, eso sería una traición a los que fueron hace años, a mi yo joven y a mis experiencias vividas. Sin enembargo algunos de ellos, por no decir la gran mayoría, no comparten mis mismas ideas y posiblemente si acabe rompiendo totalmente el contacto con ellos. Pero eso aún no lo sé, dejaremos que el tiempo hable por sí mismo. No hay mejor maestro.